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A veces el mundo se cae…

El mundo parece ser un ente sumamente firme, donde puedo confiar en el suelo para sostener el peso de mis pisadas y puedo abandonarme ciegamente con seguridad firme de que este orbe se mantendrá quieto en la inmensidad del universo por una fuerza que no comprendo pero en la que creo. Sin embargo, a veces siento como si el mundo se cayera, como si se abriera debajo de mis pies, traicionándome y entregándome a un vacío eterno donde ya no hay suelo que me sostenga.

Suena extremo, quizás… pero solo porque sí lo es. Es extremo. No tiene que ser causado por algún suceso extremo, pero eso no le quita peso.

A veces es simple. A veces es un cambio de planes. A veces son muchos cambios de planes juntos. A veces es un mensaje esperado pero no recibido. A veces es la luna. A veces es el futuro. A veces es una tragedia. Pero siempre es intenso y siempre es sorpresivo, quizás más de lo que debería serlo.

¿Cómo se siente? Lo puedo explicar… Primero todo es normal. De repente, una sensación se apodera del pecho: algo no está bien. Pero es imposible identificar por qué no está bien o qué es lo que está mal. Luego, la Gran Caída. El suelo deja de ser firme y todo es oscuridad. En esa oscuridad hay una fuerza misteriosa que insiste con llevarse todo consigo, y empieza a tironear del corazón hasta que lo logra. Mientras el agujero se lleva toda emoción dejando únicamente la desesperación, empiezan los crujidos… El peso del mundo entero cae sobre la cabeza, los hombros, la espalda, y solo se siente dolor. En ese momento no hay pensamientos, no hay alegría, no hay luz. Solo desesperación, oscuridad y dolor, a veces acompañados por ríos que escapan de los ojos.

No puedo explicar por qué el mundo es tan traicionero, por qué decide abandonarme a mi suerte así, por qué sucede esto. En esos días de oscuridad lo único que logro hacer es existir. Dar todo de mi por solo existir.

Sin embargo, una vez que pasan, siempre, sin falta, miro a estos episodios con profunda gratitud por todo lo que de ellas se logra y se aprende. Por ejemplo, ¿sabían que una oruga debe desintegrarse por completo en su capullo y convertirse en una especie de puré amorfo antes de reintegrarse como una maravillosa mariposa y romper a volar? Creo que estos episodios son como el capullo y la oruga, de cierta manera.

Es muy fácil desesperar y pensar que serán eternos. Cada vez pienso: ¿y si esto es el resto de mi vida?

Pero luego escucho a mi mamá, que me ama y me guía.

Escucho a mi papá, que me incluye en sus locuras y me espera para oír mis opiniones.

Escucho a mi hermana, que planifica aventuras juntas.

Escucho a mi hermano, que no sé ni como entiende tan bien mi idioma, y sabe como levantarme.

Escucho a mis peques, que me llenan de palabras de amor y a los que admiro y quiero ver crecer.

Escucho a mi amigo, que llena mis días de magia y me hace sentir oída.

Escucho los pajarillos, que cantan todos los días.

Escucho la música de los árboles.

Veo el azul del cielo, la blanca inmensidad de la luna, la grandeza del Señor brillando a través de cada estrella…

Lo que pasa es que a veces el mundo me ve tropezar, y se ríe de mi torpeza, perdona mis insultos, y me muestra que sigue firme, esperando que me levante.

Gracias.

La Chica de Sombrero.

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