Tengo Asperger.

Eso quiere decir que soy autista. Y eso quiere decir muchísimas cosas. Muchas cosas que quizás una búsqueda en Google pueda aclarar, y otras que se necesitará más tiempo estudiar, y más profundidad. Hay muchas interpretaciones en los medios, como series de televisión, películas, etc., que muestran al espectro autista y a las personas que lo viven de mil maneras diferentes.
Sin embargo, hay muchas cosas que todo eso no termina de mostrar nunca; sería imposible intentar recrear a la perfección el día a día de una persona autista; y si fuera posible, esa recreación no podría aplicarse a todas las personas autistas. Hay muchísimas cosas que yo hago y siento que siempre di por típicas, por cosas que son de la vida, que así soy yo, y ya; pero cada día que estudio, cada vez que lo pienso, me doy más y más cuenta de cuestiones que, en realidad, tenían que ver con mi autismo todo este tiempo.
Me doy cuenta también, que hay veces que uno quiere “arreglar” sus características autistas, o que tiene que ser menos esto o más aquello; pero en realidad, uno funciona así y eso no se cambia. Para mí cambiar ciertas cosas sería disfuncional; intentar funcionar como funciona un neurotípico, sería disfuncional, valga la redundancia.

A mí me dicen muchas veces que “no debo ser autista”, o que no debo tener Asperger, o que, si es que lo tengo, debe ser una forma muy leve, o “casi nada”. Y esto, aunque lo entiendo, es debido, muchas veces, a ignorancia (de hecho, es una de las razones principales por la que escribo este blog), me molesta. Me violenta tener que justificar mi diagnóstico, cuando ya compartirlo no es fácil.
Por eso mismo decidí escribir este particular artículo; porque quería compartir algunas de las maneras en las que a mí me afecta el Asperger, el autismo de cada día.

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En una de esas conversaciones que tenemos mi papá y yo en el auto, donde arreglamos los problemas mundiales y psicoanalizamos a todos los que conocemos, hablamos sobre las distintas dificultades que cada uno tenía y tuvo, desde el punto de vista «aspie», y cómo cada uno lo superaba y si eran superables algunas y por qué sí o por qué no. La respuesta siempre era la misma: es crítico el contexto, el ambiente en el que se forma la persona. Eso me hizo pensar en mi ambiente, en mi pequeño gran contexto familiar y en como yo fui aprendiendo a manejar mis obstáculos. Leer más