Amistad

5…

4…

3…

2…

1…

Bien.

Huele la flor.

Sopla la vela.

Cuenta hasta diez.

Otra vez.

Ahora sí.

Hola.

Algo así es mi cabeza siempre que tengo que ir al encuentro de alguien, entrar a comprar algo, hacer un trámite o llamar por teléfono. Por eso, cuando me dijeron “escribís mucho sobre tu familia, deberías escribir algo acerca de tus amigos”, sentí que se me hundía el corazón a los pies.

Lo que pasa es que siempre trato de escribir acerca de cosas que sé, quiero que lo que escriba le pueda servir a alguien más; y Amistad no es nada de eso. Sinceramente, no tengo mucha información acerca del tema.

Me acostumbré a decir, no tengo amigos. Pero tampoco es cierto. No soy una amiga convencional entonces no tengo amistades convencionales, pero sí hay personas a quienes me gusta llamar amigos.

Si me tengo que poner a pensar en qué es lo que hacen los amigos, lo primero que entra en mi cabeza, como describiría una amistad convencional, haría la siguiente lista (porque claro que es una lista):

Los amigos son personas que:

  • Se quieren
  • Pasan tiempo juntos
  • Se visitan
  • Se ven seguido
  • Comparten intereses
  • Conversan juntos
  • Comparten sus problemas y se ayudan
  • Salen juntos

No suelo ir a la casa de nadie al menos que sea para alguna situación especial organizada muy de antemano y con horarios de llegada y de salida, no suelo salir con nadie; sí salgo a tomar un helado con un amigo de tanto en tanto, pero no llega a ser ni una vez al mes. Me cuesta mucho compartir mis problemas con los demás, muy pocas personas en mi vida real me escuchan hablar de autismo o asperger en primera persona, ya sea porque decidí no contarles o porque simplemente no me sale. Cuando hablo del tema (porque sí que hablo del tema) es siempre en tercera persona, o desde el punto de vista de hermana de.

Sí tengo personas a las que llamo amigos, pero:

  • Nunca fui a la casa de mi mejor amigo
  • Una de mis más antiguas y mejores amigas vive al lado de mi casa y sólo voy a verla en su cumpleaños
  • En promedio debo salir una vez cada dos o tres meses con amigos
  • No suelo mensajear mucho con más de un amigo

Pero estas personas también me llaman amiga a mí. Muchas veces no lo entiendo. Muchas veces me siento… inadecuada. Como que puedo ser su amiga, pero, no alcanza. No podría ser la mejor amiga de alguien, por ejemplo.

En el intento de escribir este post (ésta es ya la cuarta versión), pregunté en mi Instagram sobre amistad. Pregunté especialmente para conocer la opinión de mis seguidores neurotípicos, y me gustó lo que leí.

Esto es lo que dijeron:

La amistad es…

Aquella persona que te acepta tal cual sos y te apoya en las cosas buenas y malas de la vida.

Alguien que te entienda completamente, te apoye, te acompañe, te haga pasar buenos ratos, te hagan salir adelante.

Que sacrifique un poco de si mismo por vos.

Es la base del amor, en donde las personas crecen tanto en el corazón como en la mente.

Familia.

Un tesoro.

Ser, estar, comprender y aceptar al otro completamente.

Entonces, según el criterio de mis seguidores, un amigo es:

  • Alguien que te apoya en las buenas y en las malas
  • Alguien que te acepta como sos
  • Alguien que te entiende
  • Alguien que te acompaña
  • Alguien con quien pasas buenos ratos
  • La base del amor

Según esos criterios la amistad parece ser algo bastante bonito. Tengo gente que entra en esos criterios. Quisiera decir que yo puedo entrar en esos criterios.

La verdad es, los humanos somos seres sociales. Por eso, la amistad y las relaciones con otros seres humanos son tan necesarios como comer. A veces pienso que me gustaría ser diferente, más como mi hermana, a quién le viene más fácil tener amigos. Pero después pasan cosas que me hacen dar cuenta de lo hermoso que es ser como soy. Porque a pesar de lo poco convencional, justamente por la razón de ser poco convencional y de tener que aprender a relacionarme con los demás de manera activa, me hace ver y apreciar aún más la hermosura de esas relaciones.

Justamente porque me cuesta conocer, empezar y mantener amistades, esas que sí se logran formar son mágicas, y, a pesar de mi poco convencional manera de demostrarlo, agradezco desde lo más profundo que existan, y quiero con todo el corazón a las personas que puedo llamar amigos.

Por eso, gracias.

Gracias al amigo que me dio la idea de escribir esto y por eso empecé a pensar casi continuamente sobre la amistad.

Gracias a la amiga que me conoce como pocas personas fuera de mi familia me conocen, y que nunca me falla, a pesar de no vernos tanto como desearía.

Gracias a la amiga que se acercó a hablarme los primeros días de clases, que me escuchó con toda mi verborragia y decidió quedarse cerca, a pesar de la distancia.

Gracias al amigo que me entiende como nadie más me entiende, que me escucha en cualquier momento, con el que sé que puedo contar siempre.

Gracias al amigo con el que siempre puedo contar para tomar un helado o hablar sobre películas, series, libros y mis personajes favoritos.

Gracias a los amigos que me hacen reír, y que me aceptan tal cual soy, me acompañan, me entiende, y me enseñan cada día todas las maravillosas facetas que tienen las relaciones humanas y el amor.

Gracias, porque no pueden faltar, a los primeros amigos de mi vida, mis hermanos, que me enseñan más de lo que jamás podrán entender.

Gracias a los amigos que nunca pude conocer, que me apoyan del otro lado de la pantalla, que han venido al rescate incontables veces.

Gracias a todos, los que están, los que estuvieron y los que vendrán.

La Chica de Sombrero.

No quise incluir fotos de mis amigos, por respeto a su privacidad, pero aquí les dejo este regalito.

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