El autismo es una condición… interesante, por decirlo de alguna manera. Somos muchos los autistas; cada vez más personas son diagnosticadas y empiezan a conocer este increíble aspecto de su existencia y entrar en este universo, esta comunidad de personas que simplemente quieren ser ellas mismas en un mundo que les obliga a ser todo lo contrario. Cada vez más profesionales deciden estudiar el tema, y cada vez más padres encuentran en estas tres palabras: Trastorno del Espectro Autista, una respuesta y una herramienta para entender y ayudar mejor a sus hijos.

Conozco muy pocas personas que no hayan sentido nombrar, al menos una vez, las palabras autismo, o espectro autista o Síndrome de Asperger. Por eso mismo, muchos de los que hablan públicamente sobre autismo están diciendo que ya no tenemos que seguir concientizando sobre el autismo, porque ya todos son conscientes de que existe, más bien, debemos trabajar en informar. 

Una de las desventajas de que haya tanta conciencia y tan poca información, es que existen demasiados estereotipos ya insertados en la mente colectiva. Cuando digo soy autista, la mayoría de las personas ya tienen un concepto armado de lo que eso significa, e intentan actuar en consecuencia, la mayoría de las veces con las mejores de las intenciones. No me ofende cuando alguien con todo el amor de su alma, me trata de cierta manera o asume ciertas cosas, porque sinceramente lo hacen por ignorancia, no malicia.

Un ejemplo de esto es una situación que me pasó hace poco: me preguntaron si me consideraba una persona social. Claramente, la respuesta esperada era un no. Porque si sos autista, no podés ser social, ¿cierto? Sin embargo, mi respuesta fue que sí me consideraba una persona social. De hecho, considero que el concepto de el autista es siempre antisocial puede ser bastante dañino, especialmente para personas que están buscando y descubriendo su identidad autista, y que son sociables.

Pero… ¿Qué significa ser social? Para mí, significa disfrutar del proceso de socialización con otros. Creo que perfectamente se puede ser autista y social, o introvertido y social, o, como yo, autista, introvertido social

Sucede que, en mi caso, no tengo que obligarme a hablar con las personas. Soy de las personas que habla todo el tiempo con la peluquera, la que disfruta una conversación con la persona que tiene al lado en la cola, la que no tiene problema de hablar en eventos o entrevistas, la que si ve pasar a alguien con algo que le gusta (lindo cabello, una remera genial…) se lo dice sin problema aunque no la conozca; me gusta hacer bromas con los vendedores, y también me gusta atender clientes. De hecho, todo este año he sentido un terrible hambre social, porque no tuve la chance de salir y hablar con personas.

Lo que sí puedo decir es que ciertos ambientes me cansan más rápido que otros, y que por el mismo hecho de ser introvertida, y también por una cuestión de sensibilidad sensorial, me canso más rápido que otros en una reunión. Me pasó de ir a una reunión con mi hermana y pasarla muy bien hasta las dos o tres de la mañana, pero el resto del grupo aún tenía energía para seguir divirtiéndose, cuando a mí ya se me había agotado. La reunión terminó a las cinco de la mañana, y las últimas dos horas fueron torturantes. Pero no porque sea poco social, o porque no me gustara pasar tiempo con esas personas, simplemente se me había agotado la batería antes que al resto.

No tolero la combinación de luces brillantes en un lugar oscuro, y música fuerte en combinación a eso, más una cantidad excesiva de personas, todas moviéndose para distintos lugares, algunas intoxicadas, con la combinación de olores que eso significa, mis sentidos se sienten atacados y entro en un estado de pánico. No es la sociabilidad lo que me impide participar de estas fiestas, es que simplemente no puedo socializar en un estado de pánico… nadie puede.

Cuando era chica, mi mamá no tenía que decirme que me integre a los grupos de chicos, o que hable más ni nada de eso, pero sí tuvo que luchar con mis habilidades sociales, porque sabía que su niña pequeña (y hasta no tan pequeña), era capaz de empezar una conversación con cualquier extraño y contarle hasta las cosas más íntimas. Me llevó mucho tiempo aprender que hay un lugar apropiado y personas a las que se le dicen ciertas cosas y personas a las que no. Eso también es autismo.

Los argumentos que me suelen presentar a favor del ser antisocial (o que yo, en realidad, no soy tan sociable como aseguro) son dos: por un lado, que me gusta socializar, pero solo en contextos en el que estoy cómoda (haciendo referencia, por ejemplo, a las convenciones de cómic, mercado medieval, ferias en las que solía participar pre-pandemia, etc), y por otro lado, el que a las personas autistas no les gusta lo que en inglés llaman small talk.

Para el primer argumento: ¡obvio! ¿Quién no? Creo que eso es cierto tanto en autistas como en neurotípicos. La diferencia es que (en tiempos pre-cuarentenales) hay boliches abiertos todos los fines de semana, y las convenciones de comics solo se hacen un par de veces al año. Las reuniones sociales más comunes no serán en las que más me siento cómoda, pero no quiere decir que eso me haga más o menos social que un neurotípico que va todos los viernes a bailar pero no aguanta ni media hora en el Star Wars Day, mientras que yo puedo estar en este último todo el tiempo que dure, y hablando y socializando en todo momento.

Usaré el mismo ejemplo para explayarme un poco sobre small talk también. ¿Qué es small talk? Bien, simplemente son esas conversaciones prefabricadas a las que todos estamos acostumbrados, pero que no solemos entender por qué existen. Por ejemplo:

  • Hola, ¿cómo estás?
  • Bien, ¿y tú?
  • Bien también, gracias.

Puede que ni persona A ni tampoco persona B se sientan realmente bien, pero esa es la respuesta esperada entre dos personas que se cruzan.

Bueno, ¿quién decide qué puede ser categorizado como small talk y qué no?

Por ejemplo, si vas a una celebración de Star Wars, muy probablemente escuches la siguiente conversación:

  • Hello there!
  • General Kenobi…

Lo más probable es que ninguna de las dos personas hable inglés, y de seguro ninguna se llama General Kenobi, pero es un saludo esperado entre dos fans de Star Wars. ¿No podemos decir que también es small talk?

¿Será, entonces, que como todo lo demás, la sociabilidad tampoco puede ser vista de una manera absoluta? ¿Será que es relativa a los gustos y habilidades de cada uno?

Yo creo que es así.

Lamentablemente, hasta a los mismos autistas nos gusta encasillarnos. Solemos ver las cosas en blancos y negros y evitar los grises. Eso no nos hace bien, porque si nosotros mismos intentamos poner estos límites a lo que significa ser autista, ¿cómo podemos informar a los neurotípicos que quieren aprender? Tenemos que primero aceptarnos a nosotros mismos, con todo lo que eso implica.

Algo que estoy aprendiendo a entender, además, es que si bien el autismo atraviesa todo lo que soy, y mi identidad, no es, en sí, Todo Lo Que Soy. Autista solo no alcanza para describirme, porque el autismo es un espectro. No hay dos personas autistas iguales, como no hay dos personas neurotípicas iguales. No podría simplemente decir neurotípico para describir a alguien, necesito más palabras. Dos personas autistas pueden tener gustos y opiniones totalmente opuestas, como lo pueden tener dos personas neurotípicas.

Y eso está bien.

La Chica de Sombrero.

8 comentarios
  1. Olga
    Olga Dice:

    Muy bueno el artículo. Me quedo con esto: «¿Será, entonces, que como todo lo demás, la sociabilidad tampoco puede ser vista de una manera absoluta?»

    ¿Quién decide lo que está bien y mal, lo que es «normal»?

    Te mando un saludo desde España

    Responder

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